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Veinte minutos después, subía los escalones de una imponente mansión en
Mayfair. Llamó y esperó hasta que un lacayo le abrió la puerta.
 Buenas noches. ¿Se encuentra en casa el duque de Ware?
El lacayo se inclinó y tomó su tarjeta. Stuart esperó en la sala sórdida,
entreteniéndose contando los escudos de armas. No entendía cómo Ware soportaba
vivir en ese mausoleo.
 ¡Drake!  Stuart levantó la mirada. El duque de Ware en persona bajaba las
escaleras . ¿Qué diablos te trae por la ciudad?
Stuart sonrió.
 Lo de siempre. Una mujer.
El duque arqueó las cejas.
 ¿De veras? Pensé que esa era la razón por la que te habías ido.
Stuart se encogió de hombros.
 Otra mujer.
 Ah. Bien, pasa. Acabo de decirle a Percy que no lo necesito hasta mañana. ¿Una
partida de naipes, tal vez?
 No, gracias  dijo Stuart . No puedo permitirme apostar ni un penique. 
Siguió a su amigo escaleras arriba hasta el lujoso estudio. Un fuego crepitaba
alegremente en el hogar y una bandeja con los restos de la cena se balanceaba sobre
una montaña de papeles; el secretario acababa de irse, pero aparentemente Ware no
había terminado de trabajar. Sirvió dos tragos mientras Stuart se acercaba al fuego
para calentarse las manos.
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Caroline Linden Pasión Secreta
 ¿Qué clase de mujer es esta vez?  Le tendió una copa y le indicó las sillas frente
al fuego.
Stuart bebió un largo trago, cerrando los ojos de placer. Hacía mucho tiempo que
no tomaba un whisky tan bueno.
 Extraordinaria. Pero es una historia demasiado larga para esta noche.
 Me la imagino.
 No creo. Yo soy tanto el villano como el caballero errante.
 ¿No me digas?  fue todo lo que dijo Ware, y bebió un trago de whisky. Stuart
se preguntó cuándo se había vuelto tan circunspecto este hombre. Jack Lindeville
había sido el mayor buscapleitos de Londres. Pero en algún momento, en los últimos
años, se había vuelto un misterio, tal vez había sido un error ir allí.
 Vine a preguntarte si Philip sigue en Viena. Dijo que podía usar sus
habitaciones, si lo necesitaba, y creo que llegó el momento.
 Philip ya se fue de Viena  dijo el duque . Creo que está en Florencia, o tal vez
en Roma. No me mantiene al tanto de sus viajes. Pero claro que puedes usar sus
habitaciones, o quedarte aquí, si quieres.
A pesar de la buena fe de su amigo, le era imposible aceptar el ofrecimiento. A
Ware no le importaban los rumores, pero a la duquesa sí. Stuart sabía que no sería
bienvenido en su casa.
 No quiero molestar. ¿Philip sigue teniendo la casa en Cherry Lañe?
 Sí. No hay sirvientes. Ha estado cerrada desde que se fue, hace cuatro meses.
¿Estás seguro de que no preferirías esperar a mañana, así la airean antes?
 No, prefiero ir esta noche. No me molesta el polvo.
Ware buscó la llave en su escritorio. Drake sintió curiosidad. ¿Acaso el duque no
se sentía solo viviendo en ese mausoleo con la única compañía de su madre y un
escritorio siempre lleno de trabajo? En otro momento se lo habría preguntado, pero
no esa noche.
 Muchas gracias, Ware.
 ¿Ya resolviste tus problemas financieros?  la pregunta del duque lo alcanzó
cuando llegaba a la puerta. Los dedos de Stuart apretaron la llave dolorosamente.
 Me temo que no. Todavía no.
 Ah  Ware vaciló . El otro día vino Barclay a verme.
Se le paralizó el corazón. Barclay era el banquero de Ware, y el suyo. Entonces, ya
estaba enterado de la decisión de su padre. Stuart esperó, con temor.
 No ha podido contactarse contigo  continuó el duque, al ver que Stuart no
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Caroline Linden Pasión Secreta
decía nada . Se enteró de tus dificultades  cerró los ojos, resignado. Si Barclay
sabía que no tenía posibilidades de devolver el préstamo o la hipoteca sobre
Oakwood Park, ya podía darla por perdida . Le dije que yo garantizaba los
préstamos  anunció entonces Ware. Stuart abrió los ojos, asombrado.
La mirada serena del otro encontró la suya.
 Lo que necesitas es tiempo. Nunca has faltado a tu palabra , Drake tragó
saliva, pero asintió.
 Y tampoco lo haré esta vez. Gracias.
Ware le dedicó una sonrisa cómplice como las de antes y enseguida inclinó la
cabeza. Stuart caminó las pocas calles hasta Cherry Lañe, la residencia de lord Philip
Lindeville, a la que solía llamar sus "habitaciones", pero para Stuart era una casa,
apenas un poco más pequeña que la de sus padres. No le sorprendió encontrarla
impecable; los sirvientes de Ware aseaban las casas aunque estuvieran vacías. Los
ricos eran diferentes en verdad.
Se quitó la ropa en el amplio dormitorio principal y se desplomó en la cama.
Extrañamente, no tenía hambre. Había abrigado la esperanza de que Barclay no se
enterara de sus problemas; todavía faltaban algunas semanas para el próximo
vencimiento, y Stuart se aferraba a la convicción de que, de algún modo, algo
surgiría que le permitiría pagarlo. Claro que hasta el momento no había aparecido
nada. De todos modos, gracias a Ware no le exigirían el pago de inmediato. Estaba
agradecido con su amigo, ¡pero cómo deseaba haber podido solucionar este
problema él solo!
Y Charlotte... Stuart suspiró, mirando el cielorraso. ¿Qué haría con ella? Ayudarla
a buscar a su sobrina sólo le complicaría sus asuntos aun más, pero seguía sintiendo
el calor de su cuerpo en sus brazos, seguía viendo su expresión de deseo. Nunca
pensó que pudiera verse tan indefensa. Trató de recordar lo que le había contado
Susan de su tía, pero él sólo había prestado atención a lo que al final resultó falso: no
era vieja, ni agria, ni tenía un corazón de piedra. Era tan feroz como podría serlo
cualquier madre al cuidado de una muchachita tonta y malcriada como Susan.
Tendría que agradecerle a Charlotte por haberle impedido casarse con ella, pensó [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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